Hay pocos datos sobre el estado de salud de los adultos autistas. Sin embargo, algunos estudios muestran que los adultos autistas tienen altas tasas de problemas médicos crónicos que incluyen epilepsia, trastornos gastrointestinales, síndrome metabólico, ansiedad, depresión, trastornos del sueño y exposición a situaciones de violencia y abuso.
Recuerda
El autismo se asocia a una menor esperanza de vida, especialmente para personas con epilepsia, discapacidad intelectual moderada a grave y sexo femenino. Algunas causas prevenibles, como los accidentes, los traumatismos y las barreras para acceder a la atención médica, también pueden contribuir.
Aproximadamente el 20% de las personas autistas padecen epilepsia. Su prevalencia es mayor si hay presente discapacidad intelectual. Los problemas de acidez gástrica, estreñimiento e intolerancias alimentarias son también comunes. Estos problemas puedan causar gran estrés y malestar, incluyendo agitación. No hay una dieta especialmente recomendada para las personas autistas, pero muchas personas presentan una sensibilidad muy marcada a determinadas texturas, sabores u olores. Algunas personas necesitan apoyo para poder recordar las horas de comer o preparar sus comidas adecuadamente. Las personas adultas autistas pueden tener tasas más altas que la población general de hipertensión, colesterol, obesidad y diabetes. Los riesgos se pueden reducir con una dieta saludable, ejercicio y minimizando el uso de fármacos, que pueden generar problemas futuros de metabolismo. La ansiedad y la depresión también se presentan con mayor frecuencia en los adultos autistas. Estos problemas se pueden ver agravados por el estrés, los traumas, la falta de capacidades de comunicación efectivas y la dificultad para generar cambios en su situación.
Los problemas del sueño muchas veces se asocian a la presencia de otros problemas médicos no identificados, o a efectos secundarios de los fármacos. Diagnosticar y tratar estos problemas suele mejorar el sueño de forma significativa.
Las personas autistas también presentan más riesgo de sufrir violencia física y sexual por parte de parejas, profesionales y compañeros. Otras formas de abuso incluyen no proporcionar la atención necesaria, el control económico o la retención contra su voluntad en un dispositivo asistencial.